martes, 21 de julio de 2015

LOS LUGARES PEQUEÑOS, PACO TOMÁS





Sinopsis (contraportada): «La familia es ese lugar donde se aprende a mentir». Eso escribe Fidel en un documento de Word el día que empieza a huir. A huir de esos lugares pequeños, físicos y emocionales, en los que todos, en algún momento de nuestra vida, habitamos. De esos lugares habla esta novela. 

Su protagonista, Fidel Ruesga, es un ser peculiar, torpe, extraño, perturbador. Y, en consecuencia, fascinante. Un ser humano que usa la ficción para mejorar la realidad. O mejor dicho, que recorta la ficción para completar su realidad. Un personaje oscuro, cínico y brillante, a la altura del Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios, o el Holden Caulfield de El guardián entre el centeno.

Paco Tomás se convierte en un maestro del collage, como el protagonista de su novela, y recopilando de manera desordenada pequeños fragmentos de la vida de Fidel construye la gran historia de un pequeño ser humano lo suficientemente asustado como para ser temido. 

Tenemos entre las manos una obra que despliega un fino sentido del humor y una punzante ironía pero que no es una historia amable. Y eso es algo que ahora mismo posee un gran valor. Vivimos tiempos duros y se está derrochando demasiada frivolidad. Ahora, más que nunca, tiene sentido buscar refugio en paraísos artificiales. Es injustamente necesario desconectar de la realidad para conectar con una ficción que nos la haga más admisible, algo que el protagonista de la novela practica/padece con inevitables consecuencias. Como él mismo explica, «cuando crecemos se nos muere el corazón».


Lo primero de todo, agradecer a la editorial haberme mandado el libro. Gracias. No es el primero que recibo de Punto en Boca, pero este, desde luego, es uno de los que más me ha gustado.

Se hace difícil hablar de este libro sin destriparlo. También ocurre que es un libro para degustar, con cada sorbo le descubres matices nuevos, como un buen vino. Empezaremos por el principio.

Y el principio es él. Fidel. Fidel nos cuenta su historia en primera persona. Lo hace en capítulos cortos, algunos de un párrafo, o incluso una sola línea, otros de varias páginas. Aparentemente mezclados, casi sin sentido, pero nada más lejos de la realidad.

Fidel es un tipo extraño. Un raro de los de toda la vida, que incluso sobrepasa la categoría moderna de friki. Además es asocial, cosa que añade rareza a su persona. Pero hay una cosa que le encanta, y son los collages. 

De los collages hace su vida, su motivación. Es un experto en la materia, y va rellenando despacio la pared del comedor de su casa. Foto a foto, con paciencia infinita y una metodología ejemplar. 

Pues su historia es un collage también. Poco a poco vas viendo imágenes que no tienen relación entre sí, hasta que descubres el hilo que las une, le sigues y te descubre una historia compleja y apabullante.

Todo esto narrado de manera magistral. Plagado de frases a subrayar, el autor juega con las palabras, las mece, las pega con mimo en ese collage escrito. Y sabe mantener, con ese juego de capítulos que ahora te cuenta el presente, ahora recordamos el pasado, el pulso de la historia, te va dando pequeños datos que te mantienen en vilo hasta el (ese) final.

No es una historia amable, pero da igual. La vida es dura y todos lo sabemos. Ahí le tengo que dar la razón a la contraportada. Estamos saturados de frivolidades. Esta novela es brutal, a veces sorprende y otras asusta, pero en todo momento engancha y agrada de una manera casi inquietante.

Lo recomiendo, por supuesto. Y Paco Tomás pasa a engrosar mi lista de escritores a seguir la pista.










2 comentarios:

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